Tanto el capitán de la noche, Harry Maguire, como el portero del Man United, David de Gea, tuvieron la culpa de regalarle al Sevilla un gol inicial en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Europa League, pero el tercer gol del Sevilla fue obra de los custodios.
Un balón largo fue pateado campo arriba, y todo lo que De Gea necesitaba hacer era controlarlo y pasarlo a un colega o incluso golpearlo en la fila Z.
En cambio, no logró ninguno de los dos, y su intento de tratar de atrapar la pelota fue vergonzoso.
Dejó a Youssef En-Nesyri, autor del primero de la noche, con el arco abierto al que apuntar y no falló.
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