Marcus Rashford hizo poco para mejorar su reputación en el derbi de Manchester del fin de semana, cuando el Man United se rindió dócilmente ante los espadachines de Pep Guardiola en Old Trafford.
Fue un recordatorio de cuán grande es el abismo entre los alguna vez ruidosos vecinos de United y ellos mismos, y es poco probable que eso cambie dentro de algunos años.
No hubo creatividad ni urgencia por parte de los Red Devils, lo que es una acusación condenatoria contra el equipo de Erik Ten Hag.
Man City, un equipo que lo ganó todo la temporada pasada, era, con diferencia, el más hambriento de los dos equipos y merecía salir del Teatro de los Sueños con los tres puntos.
Sin duda, el técnico holandés tiene una lucha entre manos para mantener unido a su equipo y sacarlos de su malestar actual.Cómo han pasado del equipo en el que estaban apenas unos meses después de que Ten Hag se hiciera cargo del equipo que lucen en este momento es una incógnita, aunque las payasadas de Rashford después del derbi insinúan problemas de actitud.
En lugar de mantener un perfil bajo y digerir la magnitud de la derrota, el delantero salió de fiesta según El Telégrafo.
Aunque el informe afirma que se presentó a entrenar con normalidad y puntualidad, ir de discotecas después de una derrota ante sus mayores rivales nacionales demuestra, en el mejor de los casos, una falta de profesionalismo.