En las históricas orillas del Mersey, una nueva era amanece para el Everton. La frase ‘Dream big’, pintada en letras doradas sobre un cartel granate, trasciende el mero eslogan de marketing; es el nuevo mantra de los ‘Blues’ mientras se embarcan en una peregrinación azul sin precedentes hacia el futuro.
El deslumbrante Hill Dickinson Stadium, una joya arquitectónica de más de 500 millones de libras, se prepara para su gran inauguración este sábado. Con una capacidad de casi 53,000 espectadores, este coloso no es solo un campo de fútbol, sino una página en blanco y prístina en la historia del club, lista para que se escriban historias significativas en ella.
Para Claire Hill, una fanática de toda la vida, la emoción es palpable. ‘No puedo esperar a entrar’, confiesa, su voz llena de nostalgia por Goodison Park y la esperanza de un futuro fresco. Con una piedra con el nombre de su difunto padre fuera del nuevo estadio, Claire siente que él ‘estará aquí conmigo’ en cada partido, un testimonio del vínculo eterno del club con sus seguidores y la comunidad.
Sin embargo, no todo es un cuento de hadas. David Moyes, el estratega al mando, ha expresado su frustración con la actividad de traspasos y la preparación del equipo. Tras una pretemporada desafiante en Estados Unidos, Moyes fue tajante: ‘No estamos listos para comenzar la temporada de la Premier League… No tengo los jugadores que necesito y quiero. Vamos a estar contra las cuerdas desde el principio’.
Pero este es un Everton diferente. La era de Farhad Moshiri, marcada por gastos excesivos y decisiones ingenuas, ha quedado atrás. Bajo la nueva dirección del Friedkin Group, la prudencia y la estrategia dominan. Los días de la ‘largesse’ han terminado; ahora, cada inversión es meticulosamente considerada.
Hasta la fecha, cinco nuevos talentos se han sumado al equipo: Thierno Barry, un prometedor delantero; Mark Travers, un experimentado portero; Adam Aznou, un joven lateral izquierdo; Carlos Alcaraz, quien ya demostró su valía en un exitoso préstamo; y Kiernan Dewsbury-Hall, un mediocampista dinámico. Pero la gran pieza del rompecabezas que Everton persigue vigorosamente es Jack Grealish. Su llegada podría ser el destello que ilumine el Hill Dickinson Stadium, una verdadera estrella capaz de brillar bajo la tutela de Moyes, quien sabría sacarle el máximo partido.
Moyes, con su vasta experiencia, siempre ha priorizado un ambiente óptimo para sus jugadores. Un reciente viaje a Manhattan en la pretemporada no fue solo para el entrenamiento, sino para fomentar lazos y el espíritu de equipo, una esencia crucial que el escocés busca infundir en sus escuadrones.
Aunque Grealish tiene otras opciones, incluyendo la Champions League con Napoli y Atlético Madrid, ¿podrían ofrecerle la devoción incondicional de una afición que lo adoraría desde el primer día? Las negociaciones continúan, centrándose en salarios y traspasos. La persuasión de Moyes podría inclinar la balanza a favor del Everton, atrayendo al internacional inglés al final de la ventana de transferencias.
El interés en el capitán del Aston Villa, John McGinn, también es fuerte. Aunque Villa se resiste a vender, las preocupaciones sobre el ‘Profit and Sustainability’ podrían forzar una salida. McGinn, un dinamo escocés, posee las características ideales para un ‘jugador Moyes’, capaz de elevar tanto el rendimiento del equipo como el espíritu del vestuario.
Este verano, el Everton ha orquestado una reforma masiva de su departamento técnico, abandonando el antiguo modelo de director deportivo en favor de una ‘estructura de liderazgo’. Cuatro citas clave redefinen su enfoque:
- Nick Cox: Ex-director de la academia del Manchester United, ahora asume el rol de Director Técnico.
- James Smith: Proveniente del Manchester City, asumirá como Director de Scouting y Reclutamiento.
- Chris Howarth: Dirigirá las Operaciones de Estrategia y Análisis de Fútbol.
- Nick Hammond: Encargado de liderar la actividad de ‘player trading’.
La incorporación de Smith es especialmente significativa. Su influencia durante la primera etapa de Moyes en el club fue crucial para identificar talentos que llevaron al Everton a una serie de Top 6. Su juicio es excepcional, su ética de trabajo impecable.
Otra figura clave que se une al proyecto es el respetado ojeador Mick Doherty, en quien Moyes confía plenamente. Su rico currículum incluye experiencia en Atalanta, Chelsea, Sunderland y Celtic, aportando una visión invaluable.
Asegurar estas bases es vital para el Everton. A pesar de algunos ‘dolores de crecimiento’ iniciales, la afición muestra una inusual calma. La ira en redes sociales, tan común en el pasado, ha dado paso a un sentimiento de expectativa serena este verano, un signo de fe en el nuevo rumbo.
El calendario marca el inicio de la Premier League con una visita a Leeds en la noche del lunes. Después, el 24 de agosto, el Hill Dickinson Stadium abrirá finalmente sus puertas para un partido competitivo, con Brighton como el primer rival afortunado en pisar su césped.
Craig Harrison, un fanático desde hace 40 años, lo resume así: ‘Siento que esta es nuestra oportunidad para un nuevo amanecer‘. Su deseo es ver al club ganar algo después de 30 años. ‘He estado un poco frustrado con la pretemporada, pero solo con los resultados. No me importa que nos tomemos tiempo con los traspasos. Tenemos que hacerlos bien a partir de ahora’, subraya.
La sensación general es de confianza en que lo lograrán. La llegada de Dewsbury-Hall es un ejemplo brillante. ‘Everton es uno de los clubes más grandes del país, y creo que en los próximos años, el futuro será brillante’, declaró el mediocampista, su entusiasmo un recordatorio poderoso de lo que significa unirse a este club con historia y ambición.
El estadio, con una inversión de 50 millones de libras en la preservación de su patrimonio –como los bolardos donde se amarraban los barcos y las vías del tranvía–, es un tributo al pasado de Liverpool como puerta a nuevas fronteras y a la persecución de grandes sueños. Es un puente entre la rica historia y un futuro prometedor.
‘Esto es un cambio de vida‘, dice Rachel Flood, cuya madre ha dirigido el pub Bramley Moore frente al estadio durante 33 años. ‘Somos una familia de ‘Blues’ y hemos visto el estadio crecer ladrillo a ladrillo… Queremos ver más bares y lugares para comer en la zona, más gente viniendo a disfrutar de esta parte de la ciudad. Hemos esperado tanto tiempo por ello. Ahora, finalmente, está aquí’.
Y así, con este monumental telón de fondo, ha llegado el momento para que el Everton, por fin, sueñe a lo grande. El futuro, que alguna vez pareció incierto, ahora se presenta lleno de posibilidades.